Primer contacto con el exterior
Giró la cabeza asfixiado por el calor. Los ojos se le iban llenando de sangre y no sabía cuánto podría aguantar en ese estado de ansiedad. Todo daba vueltas como un cafe cuando se remueve y apenas podía disimular las náuseas. El corazón se le iba acelerando por momentos y el tiempo se le hacía eterno. - ¿Qué le doy? - Medio quilo de tomates. Se sintió orgulloso de ese primer paso. Después de todo, no había sido tan terrible.